Pulitzer 1958
(...)
Para mí, esto fue la culminación
de todos mis gustos. El deporte te desinhibía, la música te acompañaba según el
sentimiento que fuera pero las letras, las letras conseguían ordenar mi mente.
Me desnudaban y reorganizaban mis ideas. Sentimientos escondidos, difíciles,
casi inertes. Así que cuando llegaba la inspiración, trataba de crear algo a
partir de esos sentimientos, tratando de que a la mañana siguiente al despertar
y releerlo de nuevo, me sintiera realizado y orgulloso de lo que había creado.
Así, desde la primera vez, no he dejado de escribir cada vez que una parte de
mí lo ha necesitado. Al igual que no he dejado el deporte ni tan siquiera la
música, aunque cada vez haya menos tiempo.
(...)
Me gusta conocer, descubrir,
probar cosas nuevas. Coger la guitarra y acordarme de aquella canción de
aquella noche en la sala de ensayo. Coger un papel y un lápiz y dejar que las
palabras fluyan, recordar que todavía soy capaz de crear alguna cosa nueva. Y
coger una pelota, ponerla delante de un grupo de 10 niños y explicarles a qué
juego vamos a jugar, acordándome de cuando yo era pequeño y de lo que el
deporte logró despertar en mi mente. Tratando de que ellos, despierten también.
Recortes del trabajo "¿Qué clase de persona soy?", realizado en clase.
A.