Recuerdas aquel
momento como si fuera ayer, cuando las palabras aparecían sin aviso previo,
cuando la mirada perdida se convertía en un profundo suspiro. Bastaba con una
pequeña idea para desgastar el papel inerte sobre el que escribías, entre
garabatos y borrados yacía esperando, esperando ser vida.
Hoy se quedan en
blanco, arrugados y sin encontrar su camino. Quizás sea porque ya no forman parte del momento, quizás porque las
palabras cobraron la vida que les merecía. Ahora tan solo sabes que persisten, entre
aquellas comas y sobre aquellos puntos, pero aunque las eches de menos prefieres vivirlas,
en papeles en blanco.
A.
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