Al otro lado del charco algo cambia, ante mi asombro, lo
acepto. A más de 5000 kilómetros de agua más otros 1000 de tierra mantengo la
costumbre de enfrentarme ante un papel, con mis letras, con mi música, reto a
cada uno de los espacios en blanco que se me presentan. Hoy los derribo sin
miedo, sin pasado, con presente. Dime qué ves, quién soy, soy alguien diferente,
diferente en mis entrañas, donde las páginas pasan y los capítulos empiezan. Harto
de darme cabezazos vengo a cabalgar, a conocer a otra parte. Hoy por fin he
aparecido, fuera de los cuentos, fuera de mis hadas, dentro de un nuevo mundo.
No espero más que “nada”, si “nada” ya es esto. Solo quiero esto, o sea nada,
que ya es mucho, mucho más de lo que necesitaba. Perdí el norte y por fin me
encontré al oeste. Cómo no, mantengo a los de Granada de fondo, golpe a golpe,
verso a verso. Maldita libertad, mi mente se excita persiguiendo un
sentimiento. Y lo encuentro, y lo quiero. Solo pido conservarlo un tiempo hasta que atraviese el océano. Luego cambiaré, cambiaré lo que no quiero.
Cuando te canses de todo, cruza el charco. Allí todo es
distinto.
A.
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