De nada sirve parar el tiempo
si ya era tarde
cuando llegaste,
y es que nunca lo dejaste,
lo que fuiste y reinventaste.
lo que fuiste y reinventaste.
No malgastes
argumentos
que un día no te
convencieron.
Te retumban sentimientos
que a golpes de
perdón, murieron.
Tan pronto olvidaste
quién era,
como pronto perdiste el
umbral,
balbuceaste de
nuevo,
sucumbido en tu espiral.
Te sinceras, te
prometes, te maldices ahí
sentado,
vagabundo entre las
líneas de un compás olvidado.
A.
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